Historia

Nuestra misión heredada
“El Asilo de La Unión, un colegio centenario al servicio de los ciudadanos, al servicio de la educación”
“Desde tierras muy lejanas

movidas por el amor

 acudieron las Hermanas

Carmelitas a La Unión.

 

Y fundaron un Asilo

 para cuidar y educar

a las hijas de la Mina

huérfanas de vida y pan…”

Y así fue cuando,

tres cuartos de siglo más tarde desde que su fundadora pusiera en marcha la Congregación comienza esta historia en la localidad murciana de La Unión siendo alcalde de la misma D. José Maestre Pérez quién decidiera crear el “Asilo de Huérfanos de Mineros” que tenía como fin proteger a las huérfanas de los mineros que tras el fallecimiento de sus progenitores veíanse expuestas al abandono más absoluto.
Es en el último tercio del siglo XIX cuando se convocan a una reunión en el Teatro Principal de esta localidad a los principales empresarios para ver la forma de la construcción del mismo, entre los que se encontraban los más acaudalados, como eran: Miguel Zapata “Tío Lobo”, Joaquín Peñalver “El Piñón”, familia Wandosell y otros, recaudándose 58.000 pesetas. Es a partir de este momento cuando se crea una junta con la misión entre otros encargos de gestionar los donativos que fueran recibiéndose.

Había que buscar un emplazamiento, para lo cual Miguel Zapata cedería unos terrenos en la calle Mayor frente al Teatro Principal para su construcción y bajo la dirección de Pedro Cerdán se construye el mismo estableciéndose en él las Hermanas Carmelitas de la Caridad que habían llegado en 1899.

10 DE NOVIEMBRE DE 1900

se firma el contrato entre la Congregación y la Junta del Asilo de Huérfanos de Mineros para la puesta en funcionamiento del establecimiento benéfico. El contrato según consta en el mismo (ver contrato) sería firmado por la Hermana Asunción Usobiága y el párroco del Rosario D. Antonio Álvarez Caparrós, representando este último a la Junta. A partir de entonces El Asilo queda bajo la protección de un patronato.
El ayuntamiento de La Unión también adquiere el compromiso de subvencionar a la institución con una ayuda anual, incrementándose esta aportación a las recibidas como donaciones.

Serían atendidas al comienzo veinticuatro huérfanas entre cinco y doce años entre asiladas internas, a las cuales se les proveía de vestimenta, alojamiento e instrucción al tiempo que debían estas ayudar a las hermanas y dedicarse a tareas domésticas pudiendo a los dieciséis años pasar a formar parte de una casa con la función de servicio doméstico, y las que estaban a media pensión que se les proveía de comida y educación abandonando estas el edificio sobre las seis de la tarde .Eran atendidas según las necesidades previo estudio de sus necesidades, debiendo acreditarse la situación ante la Junta y el ayuntamiento. La prioridad del asilo lo marcaba el fallecimiento en la mina o enfermedad producida por el trabajo en la misma.

Pero la subvención municipal y las donaciones de particulares serían insuficientes por lo que se creó un colegio junto al edificio del Asilo con la denominación de Colegio Ntra. Sra. Del Carmen. Ya En 1923, el rey Alfonso XIII visitó el Asilo planteándoles las religiosas la ampliación del mismo pero la propuesta no prosperaría. El colegio tuvo su reconocimiento legal en 1936 como centro de Primera Enseñanza. La enseñanza al comienzo constaba de tres niveles:

Enseñanza elemental,  superior y clásica

En cada una de estas enseñanzas se impartía: doctrina católica, historia sagrada, urbanidad, caligrafía, gramática castellana, aritmética, geografía y geometría ampliándose el contenido de las materias según niveles y compaginando los estudios con tareas de “labores y punto”.

En tan solo tres años fueron ochenta las asiladas y cien alumnos de pago. Ya a final de la primera década de su fundación constan como huérfanas nueves niñas y una adulta. Son los problemas económicos los que obligan a las religiosas a reducir el número de internas. El mayor alza  se produce en 1926 con un total de veintiséis permanentes.

La subvención se amplia de otros organismos nacionales, Ministerio de Instrucción Pública, otorgando este la cuantía anual de 500 pesetas.

En este periodo el Asilo acoge a un futuro insigne maestro de las artes y las letras, nos estamos refiriendo a Asensio Sáez, alumno de la Hermana Felisa en 1929 quien entonces nos recordaba cómo fue por primera vez su entrada al colegio, al Asilo ”…el sol de aquella mañana, de tantas mañanas, derramándose en oleadas amarillas sobre el suelo de madera de la clase…”  y cómo se despedía la Hermana para siempre quedando grabada su imagen en el recuerdo “…nos diría adiós la Hermana Felisa una mañana de intenso frío, con las cumbres de la sierra minera nevadas insólitamente y nosotros, sus niños, ya hombres, a pie todo el camino del cementerio, portando sobre nuestros hombros su leve peso, ¿el de un ángel?…”.

En 1930 se amplía con el pabellón de enfermería. Con el estallido de la guerra civil se convertiría en acuartelamiento para las milicias republicanas siendo desplazadas las Hermanas y las internas a dependencias del ayuntamiento haciéndose cargo del centro el Frente Popular. Tras la contienda las Hermanas regresan al colegio y al asilo. Todo era desolación, la guerra había devastado las instalaciones de enfermería y la capilla había sido quemada agravándose aún más la situación porque las donaciones solo llegaban de los industriales mineros que sentían la crisis en consecuencia. Las niñas de pago también dejaron de ser fuente de ingresos pues el hambre y la miseria afectó a todos.

En 1940 los terrenos que Zapata cedió para la creación del edificio se escrituran a favor de la Congregación de Carmelitas ampliándose progresivamente los servicios a través de las diversas reformas que se sucedieron a partir de la mitad de la década de los cincuenta.

La precariedad económica hace que las Carmelitas busquen nuevas fórmulas de financiación llegando al corazón del Gobernador Civil de Murcia y de la Diputación Provincial así como del ayuntamiento unionense sumando la cantidad de 8.000 pesetas anuales a lo que habría que sumar la aportación del Sindicato del Plomo de 10 pesetas por asilada y religiosa en concepto de gastos de manutención, ropa y material escolar. Y todo esto sucedía en los primeros años de la década de los cuarenta, habría que esperar a los años cincuenta a que el resurgimiento de la minería de nuevo paliara la agónica situación.

El Asilo era un colegio en donde los niños y niñas, tenían su Capilla que además de ser lugar de oración, también hacían la Primera Comunión: “Adiós pequeño retablo dorado de agujas góticas apuntando a los cielos” y en donde María Cegarra, alumna del Asilo, escritora e Hija Predilecta de La Unión recordaba con esas palabras y expresaba su lamento por el derribo del colegio y la desaparición de la misma en la década de los 90 que fue legada y alojada en la Parroquia. Lamento y elogio a la vez por haber rezado y cultivado su espíritu como tantos de los alumnos que por allí pasaron, encontrándose ella entre los mismos. Francisco Celdrán, quién con posterioridad fuera Presidente de la Asamblea Regional de Murcia durante dos décadas  y su hermano Enrique además de haber sido alumnos, hicieron su Primera Comunión en el año 1951.

Subvenciones bastante generosas del Sindicato Nacional del Plomo servirían para reparar el edificio y creación de nuevos servicios y nuevos aularios, esto último sucedería en los setenta con la creación de las aulas para los parvulitos.

El Asilo dejó de serlo como su nombre indica coincidiendo con el inicio de los ochenta conviviendo las últimas asiladas con religiosas de la Congregación que adquirieron un inmueble en la calle Pablo Iglesias.

El colegio siguió funcionando como colegio privado religioso con niveles de estudio en educación infantil, primaria y secundaria. No tardaría en llegarse a firmar el “Concierto Educativo” para lo cual el centro siguió preparando a profesionales docentes y adaptándose a los nuevos tiempos y  que bajo “El Ideario Vedruna” continúa con la labor que emprendió su fundadora, Joaquina de Vedruna.

Y pasó por todos los planes educativos, y de la EGB el colegio se incorporó a la ESO con la creación de nuevas aulas y espacios adaptados a las exigencias que nos permitieran mantener el “concierto” a la vez que continuar con la máxima calidad educativa y enseñanza en valores. Las clases ya eran mixtas, la uniformidad de los jóvenes marcó un antes y un después….y por fin decidimos en el año 2.000 bajo el eslogan “Celébralo con Nosotros” celebrar 100 años de la llegada de las Carmelitas a La Unión.

“…Son Cien años educando, enseñando a caminar

Por la sendas de la vida, entre la sierra y el mar.

 Son Cien años trabajando con esfuerzo e ilusión

Nuestra Señora del Carmen, el Asilo de La Unión…”

y durante 365 días el centro vibró y recordó a aquel Asilo que siempre lo será por lo que supuso de esfuerzo y contribución a la mejora de la calidad de vida de los más desprotegidos. Se le concedió la Medalla de Oro de La Ciudad de La Unión y numerosos premios y galardones, se cambió el nombre de una santa, Santa Isabel, por el de otra, Santa Joaquina, como diría el Predilecto Hijo Pascual García Mateos. “Viajamos a nuestras raíces” y tuvo su propio himno que no cesa de cantarse, exposiciones….. con inauguración y clausura con destacadas personalidades afines al colegio.
De esto hace ya dieciocho años y en este tiempo hemos seguido creciendo hasta incorporarnos recientemente a la LOMCE y también despidiéndonos de compañeros, hermanas y también alumnos, no solo porque se jubilaron los primeros-as sino porque en el transcurso de este largo tiempo nos abandonaron para siempre pero siguen y seguirán siendo parte de esta gran familia, la Gran Familia Vedruna.
“…Hoy es un Colegio vivo

que sigue con la misión

de Joaquina de Vedruna

bajo el signo del Amor.

 

Y formamos, todos juntos

una gran Comunidad

una Escuela, una familia

donde reina la amistad”

 

Hoy, Santa Joaquina, orgullosa debe estar porque aquel proyecto iniciado a comienzos del siglo XX en tierras mineras, sigue vivo y con la fuerza que su fundadora imprimió allá por 1826 cuando decidió crear la Congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad bajo la inspiración del obispo de VicPablo Jesús Corcuera, de origen gaditano, que le pidió que fuera de inspiración carmelita, por la gran devoción que tenía a la Virgen del Carmen.
A las Hermanas, al profesorado, a los alumnos, a los padres que seguís confiando en nosotros, a todos aquellos que hicísteis y hacéis grande a esta Familia, a los que os sentís unido al Asilo-Colegio por su historia…

 

Hoy el Asilo sigue tan vivo en la memoria como ese 10 de noviembre de 1900

Textos y fotografías del profesor Antonio Gómez Pérez

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